
Del cañonazo a la autoayuda: notas sobre violencia de género

Cantas veces, obnubilada polas ópticas do microscopio con que analizo os documentos, imaxino que as letras se liberan do ductus, deixando un ronsel de fíos do papel para emprenden unha vida de seu, fóra do meu Gabinete.
Benvida a súa páxina chea de enxeños, divertida, fermosa, pensante.
Por veces sinto o guiño do pintor Urbano Lugrís, con estes poemas (invento un nome para esta técnica?) ultrafísicos; porque levan forma, contido, historia, reminiscencias vitais do artista e de toda unha xeración, ou dúas, ou tres.
Deixemos a crítica academicista para plumas máis autorizadas.
Non sabería cal escoller nesa amalgama de humor, coidado e ritmo.
Parabéns deste Gabinete amigo.
La escritura manuscrita a debate. El caso finlandés
Si naciéramos ahora y viviésemos en Finlandia, todo quedaría solventado.
Cómo hemos cambiado, y no, no es el título de una canción, me refiero a nuestras destrezas escriturales. Atrás quedaba la caligrafía constante, legible, asentada sobre la línea del renglón, con mayor o menor número de florituras.
Ahora, hasta nos cuesta leer lo que escribimos, “qué rayos quise poner aquí!?” me comentan a diario.
Algunas personas se jactan de haber perdido la forma correcta de antaño “por culpa de” los apuntes, a base de años de velocidad y síntesis en las aulas universitarias.
Como si escribir “mal” subiese el caché.
Pongamos de ejemplo la exquisita ininteligibilidad (buff, que palabra!) de la letra de los doctores de toda la vida, sobre todo de los varones. “Ya la enterarán en la farmacia”.
Pero es que el oscurantismo parece añadirles un plus de rigor científico. Como si lo indescifrable pasase automáticamente a considerarse sesudo e inteligente (no sólo pasa con la grafía, pero esto es materia para otro artículo).
Digo doctores de-toda-la vida y me viene a la mente D.Manuel Cendón, que leía las enfermedades -sin esoterismos- en la piel, los ojos, o kinéticamente; y prescribía con su plumín los medicamentos en una limpísima letra caligráfica.
No había nada que ocultar; respondía a un impresionante ojo clínico, privilegio de muy pocos, que envidiamos profundamente el común de los mortales, y que, sin duda, se debe al intenso conocimiento y dedicación a la ciencia.
Y yendo al origen del post: en diciembre del pasado año sonaban todas las alarmas, al menos en nuestro ámbito, al imaginar las impredecibles consecuencias de la desaparición de la escritura manual en el sistema académico finlandés.
Sabemos la preeminencia de las decisiones de los países desarrollados sobre los que estamos a la cola, en este caso, a nivel educativo.
El asunto no parece ser como figuraba en los titulares y Minna Harmanen, responsable del Instituto Nacional de Educación finlandés, aclaraba que «La escritura a mano no se terminaría y, muy al contrario, se consideraba muy importante para adquirir destrezas y memoria».
En cualquier caso, el alumnado finlandés de primaria, a partir de otroño de 2016, sólo aprenderá a redactar en letras de imprenta, las que conocemos como tipográficas, algo absolutamente coherente en los tiempos que corren.
Si la idea es implementar el aprendizaje, para poder almacenar conocimientos con mayor celeridad, no podemos estar más de acuerdo.
Pero si la escritura solamente se la considera mero trámite, para identificar los tipos con los que habrán de vérselas en las tabletas, podría resultar un retroceso educativo.
Cuántas destrezas quedarán interrumpidas. La escritura es nuestra expresión gráfica, y las palabras de las y los peques son dibujos exquisitos en los que bucear, en los que conocerlas/los, entender su comportamiento e incluso encauzarlo.
Empezamos a escribir y empezamos a pensar, así desde las civilizaciones más antiguas.
La escritura actúa como testigo del gráfico de nuestra mente, por eso su cuerpo, la esbelta ondulación de los trazos, o los aplastamientos de su forma, nos delata.
Con ojo clínico o con estudio y análisis, optamos por la escritura como método de desarrollo cognitivo, reeducador, e incluso como base de datos que permita conocer e incluso anticiparse a las enfermedades de más diverso tipo, siquiátricas, neuromotoras, etc.
Cabe suponer que las autoridades de un país que afronta el asunto de la educación con tanta seriedad como Finlandia, no caerán en despreciar la escritura manual como si se tratase de una manifestación primitiva de una civilización predigital.
No lo creo; estaremos muy al tanto de lo que suceda.
Vivimos rodead@s de refranes, respiramos y recurrimos a ellos, para reafirmarnos, identificar o simplificar la realidad circundante; a veces incluso demasiado. Escogiendo uno de ellos, al azar, no siempre “la experiencia es la madre de la ciencia”; con frecuencia, es la culpable del automatismo, la rutina y la indolencia.
A diario visito el parque más frondoso de mi ciudad y nunca me aburre porque no siempre es el mismo; cada momento del año, estación, hora del día, agregan matices diferentes a mi “experiencia naturalística”.
Las ramas desnudas del árbol de las tulipas, con el primer chaparrón del año, lo confirman: en nada se asemejan dos gotas de agua, salvo en la composición química.
El saber popular, fuente incesante de frases lapidarias, genera enormes paradojas que repelen la realidad de las cosas.
En nuestro trabajo pericial, aunque sea de perogrullo, dos gotas de agua no son iguales; dos “n”, en arcada, o en guirnalda, con uno o dos gramas, y etc, tienen su propia génesis y desarrollo, algo que, habitualmente, la persona que escribe, ni se ha parado a pensar. Pero quien falsifica, sí. Aunque esta persona sólo apreciará una escritura huérfana, no sabe ni de dónde viene ni a dónde va.
No se pueden intercambiar los cerebros ni la destreza escritural.
Dos gotas de agua, ¿iguales? Error! 😉
Un lema para escapar del automatismo y la rutina: véase lo que se vea: “las apariencias engañan”.
http://gabinetecaligraficombc.blogspot.com.es/2014/06/el-lapiz.html
Alejo de mis devociones estos graffitis -y a esas personas- nociv@s y contaminantes (hipertrofias del ego) que alimentan el odio y la violencia.
Con razón que este tipo de objetos han sido erradicados de urbes como Nueva York, precisamente una de las cunas del género.
Disfruto, pues de estos graffitis ubicados en el lugar preciso, ensalzando lo efímero, reelaborando el sentido de nuestra cotidianeidad.
Hacía tiempo que no me recreaba con nuevas piezas como la que ahora muestro, y que “llevo a mi molino”, por tener mucho parentesco con este Gabinete: casi, casi, presenta el apellido de la socia fundadora, y también su color naranja genuino de la marca.
De ahí que le rinda este pequeño homenaje.
Espero me disculpe la/el graffitera/o por la intromisión de mi “R”.
Adjunto un “OXU”, ya un clásico, que no veo últimamente por las calles, y que fue fotografiado hace más de un año, y que podría haber sido estampado hace dos años?
Biblioteca Nacional: http://quijote.bne.es/libro.html
Comparto esta joya digitalizada por la Biblioteca Nacional, para amantes de la literatura y, por supuesto, la caligrafía. Disfruten de ella.
No lo puedo evitar, cada vez que veo un buen graffiti (un graffiti artístico, se entiende, no vandálico) remontarme a la niñez.
Fuimos las y los primeros graffiteros en nuestras casas, el portal, el colegio o los wc públicos. La idea no era delinquir, si acaso marcar territorio, como hacen los animales. Pero este tipo de “graffitero/a” era a quien menos se apreciad@. Inmediatamente venía alguien detrás para descalificar su conducta: “el burro do quiera que va, deja su huella”, o algo así.
La intención impresa en las paredes era denunciar, acusar, elogiar, inmortalizar el amor. Echo de menos aquellos corazones atravesados por cupideñas flechas.
Obviamente, aquellos escritos apuntaban dos cosas: la necesidad de la comunicación y la germinación de las redes sociales. Y aquí seguiremos, como siempre, buscando paredes sobre las que manifestarnos, aunque ahora sean de led, de plasma, Tft.
Las plazas del pueblo se llaman ahora “FeisBuc”, y a sus muros acuden gentes de todas las edades, mal que nos pese, sumisamente, sea cual fuere el mensaje.
Mónica Bar. GC. mbc
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Faro de Vigo, 11-9-1913 |
Se ben en España é certo que nos últimos tempos polapularizouse a raíz do caso dun tesoureiro indecente, chama a atención que moitas veces esta profesión segue a ser unha incógnita.
Repasaba unha enquisa dunha colega arxentina (Inés Rosa Baldatti, “Calígrafo público. Unha profesión poco conocida”) na que preguntanba a un grupo de avogad@s, e a outro grupo de de xente lega na materia, acerca das funcións dunha/dun perit@. O resultado é sorprendente, pese a que tod@s @s avogad@s coñecían a profesión de Calígraf@ públic@, o certo é que unha media do 40% descoñecía certas funcións desta profesión como a identificación de impresoras ou faxes, a distinción entre tintas ou mesmo a autoría dun escrito. E unha alta porcentaxe de avogad@s (31%) confunde, segundo a enquisa, a pericia caligráfica coa grafoloxía. No caso do público en xeral, esta confusión ascende ata un 43 %.